Entrevista de Manuel Pedraz a Galder Reguera sobre “Hijos del fútbol” (Seix Barral)
Galder Reguera considera que la paternidad es un punto de inflexión en la vida. En ese momento, rememoras tu infancia a partir de los miedos que proyectas en tu hijo. Cuando su hijo mayor tenía 5 años le surgió la necesidad de escribir “Hijos del fútbol”, un libro muy singular, tanto en su contenido como en la forma. Porque es una especie de mixtura de géneros entretejidos para rastrear esas razones pequeñitas que justifican una gran pasión como es la de ser hincha de unos colores. Hay razones muy pequeñas, señala, para una pasión muy grande.
El libro se abona a la teoría de Eduardo Galdeano de que el fútbol es el espejo del mundo, que es un juego que permite explicar la vida. Galder Reguera lo concibió para homenajear al futbol como espacio de relación de personas que se quieren. Viendo a su hijo pequeño convertirse en un futbolero, se preguntó si estaba siendo buen padre al transmitirle esa pasión que sentía por el Athletic, que a él se la transmitió especialmente de su abuelo. De ahí que el libro tenga aspectos ensayísticos sobre el futbol (incluyendo una amplia bibliografía sobre el tema) pero también aspectos autobiográficos que remiten directamente a su infancia y al tránsito, a través de su sentimiento de hincha del Athletic, de la infancia a la adolescencia y finalmente al mundo de los adultos.
Además de los aspectos personales, Galder Reguera aborda cuestiones muy diversas que van desde cómo en el futbol ficción y realidad se entremezclan en ocasiones de forma más vigorosa que en el cine o la literatura, pasando por la utilización que el poder ha hecho tradicionalmente del futbol o cómo los intelectuales lo dejaron de lado para recuperarlo nuevamente hasta incluso coinvertirlo en una moda que se ha hecho un hueco en el mercado editorial actual o en el ámbito del periodismo.
Galder Reguera publicó “Hijos del futbol” hace casi una década y ahora lo ha recuperado Seix Barral con un epílogo del propio Galder Reguera (el libro está dedicado a su primer hijo y el epílogo al segundo) y un prólogo de Ignacio Martínez de Pisón, en el que aborda ese poder de ficción que tiene el futbol.
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